20.1.08

El viernes hice una entrevista de trabajo de la que salí llorando. Era en la otra punta de Madrid, y estaba tan nerviosa que decidí volver a casa caminando. Durante todo el recorrido no pude parar de llorar. Lloré durante horas, lloré desconsoladamente.



Llegué a la entrevista con toda mi ilusión, pero en seguida me di cuenta de que yo no era en absoluto lo que andaban buscando: alguien más mayor, para un cargo estrictamente empresarial, de hacer balances, estudios de empresa, y a la persona que me estaba entrevistando le comenté la situación. Entonces, en lugar de, educadamente, dar por terminada la entrevista, este hombre, mucho más mayor que yo, de unos 70 años, decidió no darse por aludido y alargar la situación. Me dijo que yo no iba a ser capaz de tomarme en serio semejante responsabilidad, que no había mirado mi currículum, pero ahora que lo hacía, entendía que yo buscase un trabajo más estable, pero que no iba a ser a costa de ellos, y cuando yo conseguí hacerme oír en mitad de su monólogo, no sé qué entendió, pero lo que yo dije, que ni siquiera recuerdo, desencadenó una risa irónica por su parte, que duró más de un minuto.

Cuando por fin, después de hora y media de no conseguir hacerme escuchar, ya que no paré de intentar decirle que yo ya sabía que no pintaba nada allí, por fin salí. Y después de un fin de semana sin comprender por qué lloré tanto, ahora lo sé.

Lloré porque me trataron mal. Lloré porque ese señor dudó de mi capacidad de trabajo. Lloré porque fue todo muy injusto. Pero sobre todo, lloré por impotencia. Porque conseguí, sin casi hablar, y sin saber por qué, sacar a una persona de quicio.

10 comentarios:

  1. Mal hecho. Tenías que haberte marchado dejándole con la palabra - o con la risita - en la boca. Nadie tiene por qué consentir que le traten de forma humillante

    ResponderEliminar
  2. Ya veo , un tipo de esos que les gusta escucharse y escucharse ... no había leído tu currículo..?? y encima te pedía responsabilidad ??

    Un botarate, Almu . Ni caso , ni puto caso , oyes .

    ResponderEliminar
  3. gracias, muchas gracias...



    el caso es que fue todo muy raro.

    ResponderEliminar
  4. Yo una vez fui a una entrevista de trabajo y, cuando el entrevistador me preguntó por decimonovena vez que cuales eran mis hobbies, le dije (ya que evidentemente lo de leer y correr no parecia retenerlo en el cerebro): pues me encanta follar. No me contrató.

    ResponderEliminar
  5. si el entrevistador es la imagen de la empresa, mejor que no haya salido. Deberías haberle soltado una fresca

    ResponderEliminar
  6. Corren tiempos extraños. Un soneto para que te animes:


    Quiero llorar mi pena y te lo digo
    para que tú me quieras y me llores
    en un anochecer de ruiseñores
    con un puñal, con besos y contigo.

    Quiero matar al único testigo
    para el asesinato de mis flores
    y convertir mi llanto y mis
    sudores
    en eterno montón de duro trigo.

    Que no se acabe nunca la madeja
    del te quiero me quieres, siempre
    ardida
    con decrépito sol y luna vieja.

    Que lo que no me des y no te pida
    será para la muerte, que no deja
    ni sombra por la carne estremecida.

    ResponderEliminar
  7. 70 años tenía el tipo? Y qué hacía él todavía trabajando allí? Está más en edad de jubilarse que de otra cosa.

    Animos Almu, un abrazo!!!

    ResponderEliminar
  8. Ese tio era tonto.
    Y tu vales mucho.

    ResponderEliminar
  9. Lo siento muchísimo Eva, has tenido mala suerte y espero que ese hijo de puta se pudra pronto en su casa jubilado con la gorda de su mujer que por cierto le hace la vida imposible... y claro, el cabrón la paga contigo... lo siento mucho. Un besazo.

    ResponderEliminar